“Casablanca Café “
Un año para algunas cosas es demasiado tiempo, para los recuerdos, solo un soplo de segundos que quedaron atrás.
Septiembre. Todo era preparativo para mi inminente viaje al sur. Solo era un sueño cuando lo planificamos, pero en este tiempo, ya era una realidad.
Que idas, que venidas, ya falta tan poco. En una charla informal, habíamos arreglado. Simplemente, para conocernos, tomaríamos un café.
Te dije: si, que más da. Los momentos hay que vivirlos, es una buena oportunidad. Me atreví a aceptarte. Parecía algo mágico, aunque, demasiado lejano. Pero bueno, el destino, la vida, dispusieron que tuviera que ser así. Todo se posibilitó de esa manera. En cuatro días, estaré allí. Nos veremos. Que martes, que miércoles. No, no mejor el martes. Pero, no sé, depende. Los horarios, las llegadas. Bueno, no importa, se va a dar.
Horas de vuelo, el sur, era mío, ante mis ojos. Pura naturaleza, bella, imaginada. Inmensidad de montañas cubiertas de blanco, mezclado con verdes y por debajo aguas azules, límpidas. Barcos anclados en una bahía espectacular. Pase dos días recorriendo lugares, paisajes de ensueño. Debía continuar hacia mi destino final. ¿Sería mi destino? Quien lo podría suponer.
El bus estaba llegando. Un atardecer, manchado de colores, con un sol ocultándose tras las montañas, me dio la bienvenida. Hacia delante del camino, en un valle, apareció bello, el lago de aguas claras, del que tanto me habías hablado, alguna tarde recuerdo haber leído: “Sos mi lago y tus ojos son como él”.
Palabras escritas para alimentar sentimientos dormidos, todo era casi perfecto.
La pequeña ciudad estaba recostada en sus orillas, todavía algunos rayos de claridad se asomaban y dejaban ver las calles, las casas. Dirigí mis ojos a algo que me paralizó el corazón; si, si, estaba en la esquina, un pequeño café y en lo alto unas letras que formaban el nombre tan repetido “Casablanca Café”ése, era el lugar. Mañana, pasado, no sé, veré.
Sentí que la vida me regalaría un momento, un pequeño momento y tal vez, nunca más.
Me dije:
__ ¡Bueno, bueno no estés tan ansiosa¡¡ es prudente esperar. Mañana llegará pronto, demasiado pronto.
Dormí placidamente debido a mi cansancio, y esa mañana, llegó. Una larga excursión me esperaba, hora de regreso, nada seguro.
Me habías dicho:
__ Te espero, al atardecer, en el café.
_ Trataré de ser puntual¡¡te respondí.
¡Hay Dios no¡¡El barco se atrasó. Corrí al hotel, me cambié. ¡Que tarde! No estará.
Y así fue, el no estaba. Pero, me quedaba otra oportunidad,mañana, será mañana. Todo perfecto, a la hora indicada llegaré.
Caminé casi corriendo las dos cuadras para llegar al café. Era una tibia tarde de primavera. Me dirigí a la puerta, busqué, a ese alguien, desconocido para mí, ese rostro que solamente conocí por una fotografía, pero que llevaba grabado en mis ojos. Intuí, que nadie estaría sentado en esa mesa, frente al ventanal. Y así fue. Ya vendrá, pensé. Esperaré. A medida que pasaban los minutos sentía que mis sueños, mis ilusiones, se iban yendo sin destino final.